Si hay algo verdaderamente demostrable en la vida del ser humano, es que, hay que vivir en el hoy, ya que es la única realidad que existe. El mañana, está aún por llegar, aunque si el presente que se vive, nos hace sentirnos excesivamente desgraciados, no es desde luego mal asunto, utilizar como terapia mental el deseo permanente de aguardar la llegada de un futuro agradable y bondadoso, para que disminuyan en lo posible nuestras preocupaciones actuales.
El pasado no existe, ha muerto y su cadáver está enterrado, sacarlo de la caja no es buena idea (a veces todavía huele demasiado mal), y mucho menos, cuando solo nos sirve para recordar las cosas negativas que han ocurrido a lo largo de nuestra existencia.
El presente, es el que cuenta, solo él, pero si hoy seguimos repitiendo de forma habitual lo que hicimos mal ayer, el tiempo actual se convierte en una permanente vuelta al pasado, en un continuo retorno a lo que ya sucedió, de tal forma que entramos en un circulo vicioso del que resulta muy complicado poder salir, aunque haya quienes pongan todo su empeño en lograrlo, pero muchas veces la huida resulta imposible. Nos hemos acostumbrado a mirar hacia atrás demasiadas veces y nos hemos quedado con el hábito, cuando en realidad hacia donde debemos de dirigir nuestra vista es siempre hacia adelante y sobre todo que nuestros ojos miren el ahora, no el antes, ni tampoco el después
Artículos Fran Álvarez: http://xurl.cl/1ryO
El pasado no existe, ha muerto y su cadáver está enterrado, sacarlo de la caja no es buena idea (a veces todavía huele demasiado mal), y mucho menos, cuando solo nos sirve para recordar las cosas negativas que han ocurrido a lo largo de nuestra existencia.
El presente, es el que cuenta, solo él, pero si hoy seguimos repitiendo de forma habitual lo que hicimos mal ayer, el tiempo actual se convierte en una permanente vuelta al pasado, en un continuo retorno a lo que ya sucedió, de tal forma que entramos en un circulo vicioso del que resulta muy complicado poder salir, aunque haya quienes pongan todo su empeño en lograrlo, pero muchas veces la huida resulta imposible. Nos hemos acostumbrado a mirar hacia atrás demasiadas veces y nos hemos quedado con el hábito, cuando en realidad hacia donde debemos de dirigir nuestra vista es siempre hacia adelante y sobre todo que nuestros ojos miren el ahora, no el antes, ni tampoco el después
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